IN VINO VERITAS
El vino en la cultura medieval
En su magna obra La Crestià, el franciscano y prolífico escritor gerundense Francesc Eiximenis ( 1330 -1409 ) escribió que el vino y su consumo eran algo consustancial al ser humano, que servía para dar salud y para alegrar el corazón, aduciendo razones de diversa índole. Un primer razonamiento “bíblico” estaba basado en el relato de que Dios creó la vid y el vino para alegrar la tristeza de Noé tras el diluvio y que, más tarde, le confirió el status de bebida de salvación y de vida eterna. Una segunda razón “natural” residía en la necesidad de las personas de tener gozo y alegría en su vida y, paralelamente, de alejar la desesperación que provocaban las múltiples tristezas existenciales, para ambas necesidades el vino, que es licor que atempera los dolores naturales del cuerpo y alegra el espíritu, era el mejor de los remedios. Por último Eiximenis esgrime cuestiones “corporales” para justificar el consumo mesurado de vino aduciendo que beber moderadamente dispone bien el cuerpo y un cuerpo bien dispuesto está alegre, incita al gozo del espíritu y del alma e induce al individuo a obrar bien y rectamente, lo que aumenta más todavía su alegría y su placer …
Otros intelectuales medievales, analizando el mismo episodio bíblico, pero desde otro punto de vista, nos hablan de la impúdica embriaguez de Noé y la incestuosa de Lot y describen con crudeza los efectos dañinos del abuso en el consumo de vino. Juan Ruiz de Hita, el famoso “arcipreste”, utiliza en El Libro del Buen Amor el episodio del ermitaño engañado por el diablo para prevenir al lector de los peligros de consumir vino puro con aseveraciones tales como “en el beber de más, yaz todo mal provecho” aunque, sin embargo, en otro pasaje de la obra nos dice: “Es el vino muy bueno en su mesma natura: munchas bondades tiene, sy se toma con mesura… “
Opiniones y pensamientos de eruditos aparte, lo cierto es que a lo largo de toda la Edad Media, el vino se configura como uno de los elementos básicos de la alimentación y su consumo constituye una realidad cotidiana y generalizada en todos los niveles sociales sin apenas excepciones por razón de edad, sexo o condición vital, laboral o económica.
La producción y consumo el vino marcaron políticas económicas, políticas sociales, tratados de salud o tratados de moral. A diferencia de lo que sucede con la cerveza o la sidra, el vino no va a tener la consideración de una simple bebida, sino que constituye un elemento imprescindible, un pilar básico, junto con el pan, de la dieta medieval.
Todos estos apasionantes parámetros históricos y culturales que vienen dados por la importancia y la influencia de esta omnipresente bebida en el mundo medieval, son los que generan “In vino veritas”, un programa que incide en el gusto de Artefactum por recrear, contextualizar y, de alguna manera, mostrar las músicas, las formas y las maneras en que las gentes el medievo – seres tan humanos, imperfectos y maravilloso como nosotros - concebían su día a día, en esta ocasión colocando al vino como gran hilo conductor de todo lo que acontece en el concierto.
ENGLISH / In his great work La Crestià, the Franciscan and prolific writer from Girona, Francesc Eiximenis (1330-1409) wrote that wine and its consumption were something inherent to the human being, which served to give health and to gladden the heart, citing reasons of various kinds . A first "biblical" reasoning was based on the account that God created the vine and the wine to rejoice the sadness of Noah after the flood and that, later, conferred on him the status of drink of salvation and eternal life. A second “natural” reason resided in the need for people to have joy and happiness in their lives and, at the same time, to remove the despair caused by the multiple existential sadnesses, for both needs wine, which is liquor that tempers natural pain of the body and gladden the spirit, it was the best remedy. Lastly, Eiximenis wields “bodily” issues to justify the moderate consumption of wine, arguing that drinking moderately disposes the body well and a well-disposed body is happy, encourages the joy of the spirit and soul and induces the individual to act well and uprightly. which further increases his joy and pleasure ...
Other medieval intellectuals, analyzing the same Biblical episode, but from another point of view, speak to us of the immodest drunkenness of Noah and the incestuous of Lot and describe crudely the harmful effects of abuse on wine consumption. Juan Ruiz de Hita, the famous “archpriest”, uses in El Libro del Buen Amor the episode of the hermit deceived by the devil to warn the reader of the dangers of consuming pure wine with statements such as “in drinking too much, and everything bad profit ”although, nevertheless, in another passage of the work he tells us:“ It is very good wine in its natural measure: it has many benefits, and it is taken in measure… ”
Opinions and thoughts of scholars apart, the truth is that throughout the Middle Ages, wine is configured as one of the basic elements of food and its consumption constitutes a daily and widespread reality at all social levels with few exceptions by reason of age, sex or vital, work or economic condition.
The production and consumption of wine marked economic policies, social policies, health treaties or moral treaties. Unlike what happens with beer or cider, wine is not going to be considered a simple drink, but is an essential element, a basic pillar, along with bread, of the medieval diet.
All these exciting historical and cultural parameters that are given by the importance and influence of this ubiquitous drink in the medieval world, are what generate "In vino veritas", a program that affects Artefactum's taste for recreating, contextualizing and, In some way, show the music, the forms and the ways in which the people of the Middle Ages - beings as human, imperfect and wonderful as we are - conceived their day to day, this time placing wine as a great thread of all that happens at the concert.
Chominciamento de gioia / Manuscrito de Londres, anónimo
La dona de Bretaña / Cantiga Santa María 23 / Alfonso X El sabio
A que avondou / Cantiga Santa María 386 / Alfonso X El Sabio
De resorgir ome morto / Cantiga Santa María 334 / Alfonso X El Sabio
Virgen Santa María / Cantiga Santa María 47 / Alfonso X El Sabio
Ai amor, amore de pio cantone / Cantiga profana
Divinum misterium / Códice de las Huelgas
Adieu ces bons du vins de Lannoys / Guillaume Dufay
Bon vin doit / Roman de Fauvel
Bon vin je ne te pluis laisser / Rabelais
Quand je bois du von claret / Tourdion / Anónimo
In taberna quando summus / Carmina Burana
Alte clamat / Carmina Burana
Vinum Bonum / Carmina Burana
Viva el Vino
Xavier Armendariz / El oÍdo crítico
Domingo, 6 de septiembre de 2020. Iglesia de San Miguel de Estella. Ensemble Artefactum (Alberto Barea, canto y cromornos; César Carazo, canto y viola; Jose Manuel Vaquero (canto, órgano portativo y zanfoña; Ignacio Gil, flautas de pico, oboe de cápsula, gaita y coros; Álvaro Garrido, percusión y coros). Obras anónimas de los siglos XIII, XIV y XV y extraídas de las Cantigas de Santa María recopiladas por Alfonso X el Sabio, el Códice de las Huelgas y el Roman de Fauvel y de Teobaldo IV de Champaña y François Rabellais. Concierto inscrito en la LI Semana de Música Antigua de Estella 2020.
Pocos períodos de la Historia de la Música están tan mediatizados como la Edad Media por los tópicos. La omnipresencia posterior del canto gregoriano y la manera tan estilizada con que los Monjes del Monasterio de San Pedro de Solesmes recuperaron el repertorio litúrgico nos han impedido ver otras facetas de la música medieval. Da la impresión de que muchos intérpretes especializados en este repertorio tienden a hacerlo con mucho respeto y seriedad, como si quienes vivían en la Edad Media no tuvieran necesidad de entretenimiento o, en tales casos, lo hicieran de manera más bien contenida.
Pero el hecho es que en la Edad Media sí que había música de entretenimiento y canciones con textos dedicados a los placeres más mundanos. Por eso era de entrada especialmente interesante este concierto ofrecido por el Ensemble Artefactum, un conjunto especializado en música medieval que ha recopilado un programa en torno al vino. En él, se hacía un recorrido por la música de los siglos XII al XV, sin olvidar las menciones a dicha bebida en las cantigas recopiladas por Alfonso X el Sabio, el Códice de las Huelgas y el Roman de Fauvel, ese relato cómico del siglo XIV en el que se critican los males políticos de su momento histórico, que tampoco son tan diferentes de los nuestros. Como no podía ser de otra manera, no faltaron canciones extraídas de los célebres Carmina Burana, siendo la más importante “In taberna quando sumus”, un poema especialmente recordado porque fue musicalizado por Carl Orff en su célebre cantata escénica; la versión medieval es ciertamente más graciosa, porque saca mucho más partido de la sección central, en la que después de brindar por todo cristiano, los fieles difuntos, los navegantes, los monjes vagos y las hermanas frívolas, entre otros colectivos, se termina de manera memorable: “Por el Papa y por el Rey, beberán todos sin ley”. Y aún hubo una pequeña excursión al Renacimiento para escuchar ese conocido “Quand je bois du vin claret”, que la editorial de Pierre Attaignant convirtió en uno de los mayores éxitos del siglo XVI.
Hablamos por tanto de un programa muy atractivo, que además se presta para utilizar una gran cantidad y variedad de instrumentos. El Ensemble Artefactum aprovechó esa posibilidad con un conjunto sobrio pero eficaz, utilizando una viola en muchas canciones, órgano portativo o zanfoña para sostener los bordones y una percusión muy eficaz.
Para conseguir una mayor brillantez en momentos puntuales, había flautas de pico, oboe de cápsula y gaita, sin olvidar la sonoridad nasal de los cromornos, y todo ello utilizado de manera que siempre podía escucharse a los cantantes y los textos. No faltaron tampoco ciertas escenificaciones, sobre todo en In taberna. El resultado no tenía nada que ver con la vieja receta de René Clemencic (ya se sabe, tocar todo fuerte y rápido), pero tampoco se escatimaron medios instrumentales ni se presentaron interpretaciones demasiado estilizadas.
En conjunto, fue un concierto muy logrado, dedicado a un repertorio no muy conocido por el público general. Fue una lástima que el público no pudiera seguir los textos completos de estas canciones, todos ellos de gran calidad, pero el resultado fue un homenaje a esa bebida que, consumida con moderación, tanto ha alegrado la vida a muchos a lo largo de los siglos.
ENGLISH / Few periods in the History of Music are as mediated as the Middle Ages by topics. The later omnipresence of Gregorian chant and the highly stylized way in which the Monks of the Monastery of San Pedro de Solesmes recovered the liturgical repertoire have prevented us from seeing other facets of medieval music. It gives the impression that many interpreters specialized in this repertoire tend to do so with great respect and seriousness, as if those who lived in the Middle Ages had no need for entertainment or, in such cases, did so in a rather contained way.
But the fact is that in the Middle Ages there were entertaining music and songs with texts dedicated to the most mundane pleasures. That is why this concert offered by the Ensemble Artefactum, a group specialized in medieval music that has compiled a program on wine, was especially interesting from the start. In it, a journey through the music of the 12th to 15th centuries was made, without forgetting the mentions of this drink in the cantigas compiled by Alfonso X the Wise, the Codex of Huelgas and the Roman de Fauvel, that comic story of the century XIV in which the political evils of its historical moment are criticized, which are not so different from ours either. How could it be otherwise, there were no shortage of songs taken from the famous Carmina Burana, the most important being “In taberna quando sumus”, a poem especially remembered because it was set to music by Carl Orff in his famous stage cantata; The medieval version is certainly funnier, because it gets much more out of the central section, in which after toasting every Christian, the faithful departed, the navigators, the lazy monks and the frivolous sisters, among other collectives, it ends memorably: "For the Pope and for the King, they will all drink without law." And there was still a little excursion to the Renaissance to hear that well-known “Quand je bois du vin claret”, which Pierre Attaignant's publishing house turned into one of the greatest hits of the 16th century.
We are therefore talking about a very attractive program, which also lends itself to using a large number and variety of instruments. The Ensemble Artefactum took advantage of this possibility with a sober but effective ensemble, using a viola in many songs, a port organ or hurdy-gurdy to support the staves, and very effective percussion.
To achieve greater brilliance at specific moments, there were recorders, capsule oboe and bagpipes, not forgetting the nasal sonority of the chrome, and all of this used in a way that the singers and the texts could always be heard. There were also certain stagings, especially in In taberna. The result had nothing to do with René Clemencic's old recipe (you know, play everything hard and fast), but instrumental means were not spared, nor were too stylized performances presented.
Altogether, it was a very successful concert, dedicated to a repertoire not well known to the general public. It was a pity that the public could not follow the complete texts of these songs, all of them of great quality, but the result was a tribute to that drink that, consumed in moderation, has made the lives of many happy throughout the centuries. .
Las estrellas de Estella, Artefactum pone en pie al público de la 51 semana de Música Antigua de Estella
Fabiana Sans / Codalario
Estella. 06-IX-2020. Iglesia de San Miguel. 51.º Semana de Música Antigua de Estella. In vino veritas. Obras de Alfonxo X «el Sabio», Fernando Soares de Quiñones, Guillaume du Fay, François Rabelais, anónimos y extractos de Roman de Fauvel, Codex Las Huelgas y Carmina Burana.
Tras largos meses de zozobra y con la cancelación de festivales como el FeMÀS, el panorama de la música antigua cada vez se ve más agravado. Por ello, hemos tomado con gran satisfacción que, contra viento y marea, se celebrase la 51.ª Semana de Música Antigua de Estella.
Organizado por la Fundación Baluarte y el Gobierno de Navarra, y dirigido por Raquel Andueza, este festival, que llega a su cincuenta y una edición, se alzó con una amplia programación que contó con veintiuna representaciones. Destacaron en la inauguración, la participación de los Campaneros de la Catedral de Pamplona y el espectáculo realizado por los Ministriles Hispalensis y el Club Academia da Espada de la Coruña, especializados, los segundos, en las artes marciales históricas de mediados del siglo XVI, el XVII y principio del XVIII en la Península Ibérica. A lo largo de la semana, dos conjuntos formaron parte la SMADE social y, finalmente, Manuel Horno y el grupo L’Apothéose convirtieron la iglesia de Santa Clara en un espacio de diálogo.
El resto de la programación estuvo conformada por conciertos que iban del Medioevo al Barroco, destacando, sobre todo, la apuesta casi total por los grupos españoles y la variedad de la misma, en la que se combinan grupos emergentes con otros más consolidados. La música medieval ocupó un lugar importante en la programación con la inclusión de tres destacadas agrupaciones del panorama nacional como son Musicantes, Tasto Solo y Artefactum.
Tras ciento ochenta y dos días de pausa obligada por la pandemia, el grupo sevillano compuesto por Álvaro Garrido, César Carazo, José Manuel Vaquero, Alberto Barea e Ignacio Gil retoman su actividad. Artefactum, creado en 1994, nace con la intención de «recuperar y difundir el repertorio musical de la Edad Media». Esto, que hoy en día nos podría sonar a tópico, ha sido la piedra angular para mantenerse activos durante veintiséis años en el panorama musical nacional e internacional.
Con un programa dedicado a la importancia del vino para la cultura medieval, Artefactum brilló en Estella. In vino veritas reúne un variado repertorio en torno a este embriagador caldo, compuesto por piezas desde el siglo XIII hasta el siglo XV de muy diferente naturaleza: desde Cantigas de Santa María al Códice de las Huelgas; de canciones de trovador al Roman de Fauvel; de repertorio tradicional a Guillaume Dufay. El desarrollo del concierto estuvo articulado en seis secciones.
Avanzando hacia el escenario como si de una procesión se tratara, iniciaron su programa con el Preámbulo, donde pudimos escuchar la Estampida en mai la rousse y ungaresca. En un ambiente alegre y festivo, el la agrupación rápidamente nos hizo olvidar que estábamos en la grandiosa Iglesia de San Miguel y nos introdujeron en su taberna medieval. Continuaron con la misma energía en la siguiente sección: Vino en las cantigas, interpretando tres de ellas, donde se destacó especialmente a Alberto Barea, con una voz natural y muy apta para este tipo de repertorio. La gestualidad de Barea, su impecable pronunciación y su gran expresividad, permitió a los asistentes seguir con facilidad las historias que se iban relatando. Pero, sin duda alguna, uno de los momentos más lucidos de todo el concierto, tanto para Barea como para el resto de la agrupación, fueron las siguientes secciones: Visión trovadoresca, con la interpretación de «Ai amor de pero cantone» del trovador Fernando Soares de Quiñones y «Vino y clero», con el tropo «Divinum misterium» del Códice de las Huelgas, en la que el conjunto demuestra que son capaces de abarcar otra parte del repertorio con la rigurosidad musical que éste necesita.
En la segunda parte del concierto, la «fiesta» no se hizo esperar. El camino a la taberna y su llegada fue escenificada por el conjunto con algunas copas de vino, las cada vez más jocosas intervenciones de José Manuel Vaquero y la invitación al público a cantar el estribillo en «Bon vin je ne pluis laisser» de François Rabelais. En la sección final, ya En la taberna con «Quand je bois du vin claret» [anónimo], «Alte clamat epicurus» [Carmina Burana] y especialmente con su «Vinum bonum», del mismo códice, los músicos hicieron gala de sus instrumentos pero fue Álvaro Garrido con su percusión quien puso el broche de oro para un final embriagado. Una zanfoña, un organetto, penderos, flautas, una gaita, orlo y fídula fueron solo una parte de los instrumentos que fueron utilizando los integrantes de Artefactum. Curiosamente, esta agrupación no se caracteriza por hacerse ver como «históricamente informada», ni maneja esta idea en la preparación de su repertorio, aunque esto no los separa de sus amplios conocimientos en esta etapa de la música. Su idea, es llegar al público e involucrarlos desde la potente expresividad de cada una de las piezas. Su ejecución no destaca por ser especialmente pulcra, tampoco erudita, aunque tampoco es el fin de este repertorio. Cantan con más energía que maestría, pero a través de la búsqueda de sonoridades y expresiones consiguen entablar un impecable diálogo tanto entre los componentes como con el público.
Conjuntos como Artefactum demuestran que es perfectamente posible hacer las cosas correctas, sin pretensiones pero con respeto y conocimientos, dejando una estela imborrable por donde pasan.
ENGLISH / After long months of anxiety and with the cancellation of festivals such as FeMÀS, the panorama of early music is getting worse and worse. For this reason, we have taken it with great satisfaction that, against all odds, the 51st Estella Ancient Music Week was held.
Organized by the Fundación Baluarte and the Government of Navarra, and directed by Raquel Andueza, this festival, which is now in its fiftieth year, had an extensive program that featured twenty-one performances. The participation of the Bellmen of the Cathedral of Pamplona and the show carried out by the Ministriles Hispalensis and the Club Academia da Espada de la Coruña, specialized, the latter, in the historical martial arts of the mid-16th century, the XVII and beginning of the XVIII in the Iberian Peninsula. Throughout the week, two groups formed part of the social SMADE and, finally, Manuel Horno and the L’Apothéose group turned the church of Santa Clara into a space for dialogue.
The rest of the program was made up of concerts that ranged from the Middle Ages to the Baroque, highlighting, above all, the almost total commitment to Spanish groups and the variety of it, in which emerging groups are combined with other more consolidated. Medieval music occupied an important place in the programming with the inclusion of three outstanding groups on the national scene such as Musicantes, Tasto Solo and Artefactum.
After one hundred and eighty-two days of pause forced by the pandemic, the Sevillian group composed of Álvaro Garrido, César Carazo, José Manuel Vaquero, Alberto Barea and Ignacio Gil resume their activity. Artefactum, created in 1994, was born with the intention of "recovering and disseminating the musical repertoire of the Middle Ages." This, which today might sound like a cliché to us, has been the cornerstone for staying active for twenty-six years on the national and international music scene.
With a program dedicated to the importance of wine for medieval culture, Artefactum shone in Estella. In vino veritas brings together a varied repertoire around this intoxicating wine, made up of pieces from the 13th to the 15th centuries of a very different nature: from Cantigas de Santa María to the Codex de las Huelgas; from troubadour songs to Roman de Fauvel; of traditional repertoire to Guillaume Dufay. The development of the concert was divided into six sections.
Advancing towards the stage as if it were a procession, they began their program with the Preamble, where we could hear the Stampede in mai la rousse and ungaresca. In a joyful and festive atmosphere, the group quickly made us forget that we were in the great Church of San Miguel and they introduced us to its medieval tavern. They continued with the same energy in the next section: He came in the cantigas, interpreting three of them, where Alberto Barea stood out especially, with a natural voice and very suitable for this type of repertoire. Barea's gestures, his impeccable pronunciation and his great expressiveness, allowed the audience to easily follow the stories that were being told. But, without a doubt, one of the most lucid moments of the whole concert, both for Barea and for the rest of the group, were the following sections: Vision troubadour, with the interpretation of "Ai amor de pero cantone" by the troubadour Fernando Soares de Quiñones and «Vino y clerro», with the trope «Divinum misterium» from the Codex de las Huelgas, in which the group shows that they are capable of covering another part of the repertoire with the musical rigor that it needs.
In the second part of the concert, the "party" did not wait. The way to the tavern and its arrival was staged by the group with some glasses of wine, the increasingly humorous interventions of José Manuel Vaquero and the invitation to the public to sing the chorus in François Rabelais's «Bon vin je ne pluis laisser» . In the final section, already En la tavern with "Quand je bois du vin claret" [anonymous], "Alte clamat epicurus" [Carmina Burana] and especially with his "Vinum bonum", from the same codex, the musicians showed off their instruments but it was Álvaro Garrido with his percussion who put the finishing touch for a drunken ending. A hurdy-gurdy, an organetto, penderos, flutes, a bagpipe, orlo and fídula were just a part of the instruments that the members of Artefactum were using. Curiously, this group is not characterized by being seen as "historically informed", nor does it handle this idea in the preparation of its repertoire, although this does not separate them from their extensive knowledge at this stage of music. His idea is to reach the public and involve them from the powerful expressiveness of each of the pieces. His execution does not stand out for being especially neat, nor erudite, although it is not the end of this repertoire either.
They sing with more energy than mastery, but through the search for sounds and expressions they manage to establish an impeccable dialogue both between the components and with the audience.
Ensembles like Artefactum show that it is perfectly possible to do the right things, unpretentious but with respect and knowledge, leaving an indelible trail wherever they pass.
Epicúreos sin fronteras
Diario de Sevilla / Pablo Vayón ****
XXV Aniversario. Artefactum: José Manuel Vaquero, canto, organetto y zanfoña; César Carazo, canto y fídula; Alberto Barea, canto, orlos y chirimías; Ignacio Gil, flautas dulces, chirimías y gaita; Aníbal Soriano, laúd medieval; Álvaro Garrido, percusión. Programa: ‘In vino veritas’ (obras del Manuscrito de Londres, del Codex Huelgas, de los Carmina Burana, anónimas, de Guillaume Dufay, Cantigas de Santa María...). Lugar: Espacio Turina. Fecha: Sábado 23 de noviembre. Aforo: Lleno.
Veinticinco años bien valen unos brindis, una tarta, unas velas... Que un conjunto sevillano, independiente y dedicado en exclusiva a la música medieval, alcance un cuarto de siglo de vida, manteniendo además en nómina a tres de los fundadores (Álvaro, Nacho, José Manuel), tiene un mérito extraordinario. Que en ese tiempo haya conseguido no sólo un público fiel, sino ampliar la audiencia para la música de todo el período, permitiendo con ello el nacimiento de otros conjuntos en nuestro entorno, merece el aplauso y el agradecimiento de todos los que de un modo u otro se dedican al arte de los sonidos en esta ciudad. Artefactum centró su concierto de aniversario en el vino (pero olvidó a Baco, y para ello se movió sin ataduras entre las danzas del trecento italiano y un famoso turdión del siglo XVI, pasando por sus habituales cantigas, contrafactas, laudas, piezas trovadorescas y goliardescas e incluso un organum a dos voces del Codex Las Huelgas (¡el vino también se consagra!) y una melancólica canción de Guillaume Dufay. Pero la melancolía resultó pasajera. Por encima de cualquier otra circunstancia, dominó el epicureismo, el canto a los placeres sensuales y sensoriales, todo ello entre las bromas habituales y la variedad en el color, la vitalidad rítmica y un tipo de canto enraizado más en la taberna y en la calle que en la corte, algo de lo que el conjunto ha hecho su bandera en estos primeros veinticinco años de existencia. De los próximos se seguirá hablando
ENGLISH / Twenty-five years are well worth a toast, a cake, some candles ... That a Sevillian group, independent and dedicated exclusively to medieval music, reaches a quarter of a century of life, also keeping on payroll three of the founders (Álvaro, Nacho, José Manuel), has extraordinary merit. That in that time it has not only achieved a loyal audience, but also expanded the audience for the music of the entire period, thus allowing the birth of other ensembles in our environment, deserves the applause and gratitude of all those who in one way or another Another is dedicated to the art of sounds in this city. Artefactum focused his anniversary concert on wine (but he forgot Bacchus, and for this he moved without ties between the dances of the Italian thirteenth and a famous 16th century turdion, passing by his usual cantigas, contrafactas, laudas, troubadour and goliardesque pieces and even a two-voice organum of the Codex Las Huelgas (wine is also consecrated!) and a melancholic song by Guillaume Dufay. But melancholy was temporary. Above all other circumstances, epicureanism dominated, the song of pleasures sensual and sensory, all this between the usual jokes and the variety in the color, the rhythmic vitality and a type of singing rooted more in the tavern and on the street than in the court, something of which the group has made its flag in these first twenty-five years of existence. The next will continue talking
In vino veritas
Revista Ritmo / Diciembre 2019 / Carlos Tarín
“In vino veritas”. Artefactum (Barea, Carazo, Soriano, Vaquero, Gil y Garrido).
Obras del manuscrito de Londres, del Códice de Las Huelgas, Carmina Burana, Guillaume Dufay, Cantigas de Santa María. Teatro Turina, Sevilla. Lleno.
Todos cantan, todos tocan, todos beben… Por semejantes trazas parecería que hablamos de un grupo de sevillanas; sin embargo, se trata de un proyecto dedicado a la música medieval, con multitud de discos, y que ha conseguido sobrevivir a lo largo de tanto tiempo. Y para los que han/hemos podido seguir su pista durante estos 25 años no será nada nuevo saber que se trata de una idea que surge de Álvaro Garrido, José Manuel Vaquero e Ignacio Gil, quienes un cuarto de siglo después siguen al frente del grupo, con la anexión de “nuevas” incorporaciones - dudaban si desde hace 10 o 15 años - con las voces de Alberto Barea y César Carazo y el laúd de Aníbal Soriano. Pero es que aparte del tiempo que llevan los “nuevos” con ellos, hay que añadir las veces que hemos oído a Carazo en las numerosas cantigas grabadas por Eduardo Paniagua. Había en esta celebración, como no podía ser de otra manera, una recurrencia a las guías que han orientado su camino: las cantigas de Santa María, la música de los goliardos y la relación con el vino.
Ni nos imaginamos cómo pueden ser sus conciertos en Japón, Bruselas o, próximamente, en Australia; pero en su feudo sevillano existe una complicidad con su público como pueda haberlo con un gran artista de la música popular: más, si cabe, porque es de conocerse por su nombre después de tanto tiempo. Otro elemento diferenciador es su sentido del humor, que les permite anticipar el contenido de una cantiga de milagro de Santa María de una forma desenfada y amena, y luego cantarla con la seriedad y forma que se espera. Y a la vez, todos cantando y alternando multitud de instrumentos. Alberto Barea es la voz principal, con ese canto natural, apenas impostado, buscando la expresividad sin más exageración que la que exija el texto, y a la vez acompañar con su cromorno; pero es que si volvemos a Carazo, no sólo exhibe un registro con un planteamiento similar, sino que de igual manera serena y equilibrada tañe su fídula. Sin duda, el grupo no sería el mismo sin José Manuel Vaquero y sus “explicaciones” de cuanto cantan, además de hacerse cargo de la zanfoña, el organetto y la voz tanto solista -y aquí sintonizando con la naturaleza verdaderamente juglaresca de algunos cantos- como de la participación coral. Por último, el virtuosismo de Gil con la flauta o la chirimía, tanto como el muy discreto, pero fundamental Soriano, base de algunas piezas donde la voz se llegó a apoyar exclusivamente en su laúd. Álvaro Garrido no se queda atrás con la percusión, que a veces recoge lo que podían ser perfectamente ritmos juglarescos y en otras ocasiones simplemente marca selectivamente algunos tiempos, de manera que más que un ritmo explícito genera un ambiente de gran espacialidad, con atmósferas de gran recogimiento. Y aunque nos convocaban para una próxima reunión dentro de 5 años, aprovechaban para acortar distancias pensando en su tradicional concierto de Navidad sobre el rico acerbo musical de la Edad Media. Y que cumplan muchos más.
ENGLISH / They all sing, they all play, they all drink ... By such traces it would seem that we are talking about a group of sevillanas; However, it is a project dedicated to medieval music, with a multitude of records, and which has managed to survive over such a long time. And for those who have / have been able to follow their lead during these 25 years, it will not be anything new to know that it is an idea that arises from Álvaro Garrido, José Manuel Vaquero and Ignacio Gil, who a quarter of a century later continue to lead the group , with the annexation of "new" additions - they doubted whether for 10 or 15 years - with the voices of Alberto Barea and César Carazo and the lute of Aníbal Soriano. But it is that apart from the time that the "new" have been with them, we must add the times that we have heard Carazo in the many songs recorded by Eduardo Paniagua. There was, in this celebration, how could it be otherwise, a recurrence to the guides that have guided their path: the cantigas de Santa María, the music of the goliardos and the relationship with wine.
We can't imagine how his concerts can be in Japan, Brussels or, soon, in Australia; But in his Sevillian fief there is a complicity with his audience as there may be with a great artist of popular music: more, if possible, because it is known by name after so long. Another differentiating element is their sense of humor, which allows them to anticipate the content of a miracle song from Santa María in a casual and entertaining way, and then sing it with the seriousness and form expected. And at the same time, all singing and alternating a multitude of instruments. Alberto Barea is the main voice, with that natural song, barely set, looking for expressiveness with no more exaggeration than that required by the text, and at the same time accompany with its color; but it is that if we return to Carazo, it not only exhibits a register with a similar approach, but in the same serene and balanced way it touches its fiddle. Without a doubt, the group would not be the same without José Manuel Vaquero and his “explanations” of how much they sing, in addition to taking charge of the hurdy-gurdy, the organetto and the voice, both soloist -and here tuning in to the truly juggler nature of some songs- as of choral participation. Lastly, Gil's virtuosity with the flute or chirimía, as well as the very discreet, but fundamental Soriano, the base of some pieces where the voice came to rely exclusively on his lute. Álvaro Garrido is not far behind with percussion, which sometimes collects what could be perfectly juggler rhythms and at other times simply selectively marks some times, so that more than an explicit rhythm, it generates an atmosphere of great spatiality, with atmospheres of great recollection. And although they called us for a next meeting in 5 years, they took the opportunity to close the distance thinking about their traditional Christmas concert on the rich musical heritage of the Middle Ages. And that many more comply.